Un concepto clave que captura la bondad o deficiencia del entorno institucional y político en el que se implementan las políticas públicas, y donde se forja el crecimiento económico sostenible y el bienestar de las comunidades locales, es el de la gobernanza. Con este concepto nos referimos conjuntamente a las acciones del gobierno y su interacción con la sociedad civil, en una relación que determina la efectividad de las políticas públicas. Por lo tanto, la calidad de la gobernanza no es en rigor una característica de los gobiernos, sino que un atributo del proceso político que captura la capacidad de los países (o regiones) de lograr sus objetivos de prosperidad y bienestar.
Debido a que la literatura de las ciencias sociales ha ido demostrando de manera consistente el rol preponderante que juega la buena gobernanza en los ejemplos de desarrollo exitoso, es que el concepto ha cobrado mayor interés y han aumentado, tanto en número como en calidad, su medición e indicadores. ¿Por qué buenas políticas públicas, bien diseñadas y que han funcionado en otros lugares no logran los resultados esperados en algunas regiones? ¿Por qué países que han logrado superar la pobreza a veces quedan atrapados en una “trampa de los ingresos medios”, sin dar el salto a los niveles de bienestar de los países más ricos? La literatura académica y los organismos internacionales de apoyo al desarrollo han ido crecientemente poniendo énfasis en los contextos institucionales y de economía política que pueden explicar estas aparentes paradojas.
Existen en la actualidad diferentes indicadores de gobernanza nacional, siendo probablemente el de mayor relevancia, por la densidad de datos que la sustentan, el Indicador de Gobernanza Mundial del Banco Mundial (WGI por sus siglas en inglés). En este indicador, Chile ha caído en su posición global, como muestra la Figura 1. A pesar de ello, el país se mantiene entre los mejores de América Latina, pero lejos de las naciones más desarrolladas de Europa occidental. Sin embargo, la gobernanza no es homogénea dentro de los países, y así como en todas las naciones hay regiones avanzadas y rezagadas en términos de bienestar económico, hay también regiones avanzadas y rezagadas en términos de la calidad de la gobernanza. Este segundo aspecto, el de la gobernanza regional y local, ha recibido mucha menos atención en la literatura, pero puede explicar por qué una política pública, como descentralizar la gestión de la educación pública, puede funcionar en una región o fracasar en otra; o explicar, en parte, las brechas de desarrollo regional (Charron et al., 2014; Di Cataldo & Rodríguez-Pose, 2017).
Debido a la importancia que tiene la gobernanza regional en el diseño e implementación de buenas políticas públicas en las regiones y para el desarrollo territorial, el Núcleo Milenio para el Desarrollo Integral de los Territorios (CEDIT) presenta el primer Índice de la Calidad de la Gobernanza Regional de Chile.